La ausencia
de seguridad ciudadana
ha pasado a ser en los últimos tiempos uno de los temas centrales de
preocupación de los ciudadanos y, por tanto, una de las cuestiones a resolver
por los responsables políticos de principios de
este siglo. Cerca de los últimos años Latinoamérica ha sido víctima y
testigo de la delincuencia en sus diferentes formas, secuestros, hurtos, robos,
sicariato, narcotráfico violaciones. Hoy en día, es una de las principales
características de todas las sociedades modernas, y es que vivimos en un mundo
en el que la extensión de la violencia se ha desbordado en un clima
generalizado de criminalidad.. El Perú no ha sido abstengo a esas situaciones,
los actores de estos delitos son en la mayoría jóvenes no menos de los 20 años;
hay algunas manifestaciones de delincuencia o de violencias urbanas que han ido
ganando mayor protagonismo en los últimos años tanto en Lima como en otras
ciudades del país. Los secuestros de muy corta duración, los asaltos a
automóviles en vías públicas, la violencia juvenil expresada en barras bravas y
pandillas, la actividad de jóvenes en el transporte ilegal de drogas hacia el
exterior y la mayor proliferación de lugares para el expendio de droga destacan
como las principales de esas manifestaciones. En el vértice de la delincuencia
urbana se encontraría la actividad de bandas
El alto índice que se
manifiesta en la actualidad son a causa del desempleo que vive una gran
cantidad de personas; las personas que atentan contra los bienes y la
integridad física de los ciudadanos lo hacen, frecuentemente, por no tener un
empleo estable que les garantice ingresos suficientes para mantener a su familia.
También, se identificó a la pobreza como otra causa que puede generar
agresividad y que causa, además, altos índices de delincuencia que,
generalmente, se ubican en las zonas marginales de la ciudad. La falta de
educación es otra causa. La escasa (y, muchas veces, inexistente) educación de
los ciudadanos genera delincuencia, agresividad y, por supuesto, inseguridad en
aquellas personas que se mantienen al margen, pero que son los que sufren las
consecuencias de esta situación. Asimismo, la cultura tan pobre de nuestra
población genera altos índices delictivos y de agresividad contra las personas.
Puede afirmarse que, cuanta menos educación y cultura tengan las personas, más
propensas a la delincuencia y al crimen serán.
El otro lado del problema es
la incapacidad institucional para hacer frente a esta realidad. Es un hecho que
la policía peruana se encuentra sumida en una profunda crisis de manera tal que
bien podría formar parte del problema, dado la gran cantidad de efectivos que
se hallan verdaderamente comprometidos en actos delictivos.
En conclusión, la inseguridad ciudadana puede ser superada si el Estado crea un
sistema educativo que disminuya las cifras de deserción escolar que inciden en
la criminalidad, y que, además, ofrezca oportunidades laborales a todos los
sectores de la sociedad. De esta manera, la seguridad ha devenido en un aspecto
prioritario para la agenda que debe desarrollarse en Perú.
La población se siente más
amenazada que nunca por la delincuencia, los empresarios están preocupados por
sus costos de seguridad y las autoridades buscan diseñar estrategias adecuadas
para un problema urgente.